jul
23
Tan seguro parece quedarse en casa. Pero aquello que te hace permanecer encerrado, el miedo, no te permite entender que vayas donde vayas, estés donde estés, tengas lo que tengas, no puedes hacer desaparecer el riesgo. Si entiendes que siempre existe el riesgo hagas lo que hagas, entonces no tiene sentido tener miedo. En lugar de utilizar tus energías temiendo, mejor utilízalas para aminorar los riesgos.
Soy un expreso amante de mi existencia, amo cada una de las vivencias que se presentan en mi caminar, esto me llevó un día a pensar sobre el riesgo. Yo que me he creído un hombre listo y sin problemas, me descubrí un día evitando tan siquiera el intentar acceder a la manifestación de un pequeño deseo, por miedo a fracasar... Decidí no correr el riesgo.
Poco tiempo después, en una justa charla sobre los riesgos, decidí acabar de una vez por todas ese bendito pensamiento que me ataba a la zona segura donde creía no ganar ni perder. Mi sorpresa fue que con pocos y simples movimientos, pude acceder a aquello que tanto anhelaba y fantaseaba, aquello que ahora me produce tanto bien. Estoy muy agradecido con el Creador, haber tenido la oportunidad de vivir una experiencia como esa para entender que a pesar que exista siempre al menos un mínimo riesgo, no significa que no hayan posibilidades de ganar. Y me pareció muy estúpido tener miedo a fracasar, cuando ya he tenido clara la idea de mantener una filosofía de ganar o ganar. Siempre, absolutamente siempre que el ser humano se propone sacarle provecho a cualquier adversidad, gana. He ahí la importancia de lo que nos parece "malo", puede servirnos para impulsarnos más hacia la satisfacción, hacia una vida plena.
Ahora esta experiencia me sirve para intentar aplicarla a niveles más grandes con riesgos mayores. Siento esta situación muy difícil, como cuando lo sentí en aquellas más manejables, las que entre más las practico, con mayor facilidad aflora la satisfacción de sentirme un ganador, independientemente de los resultados. Esto me da más confianza para emprender los viajes que me dicta el interior.
¿Y tú, tienes miedo a correr riesgos?