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Me enteré de una convocatoria literaria en el género cuento, justo el género por el cual siento un poco de más dominio y por el cual ya había sido premiado anteriormente, en el año 2001, cuando gané los II Juegos Florales Estudiantiles Sonsonatecos. Este nuevo concurso consistía en escribir un libro con uno o más cuentos, debía presentarlo el día 16 de junio (el inolvidable día del debút de la selección de fútbol de España en la Copa Mundial de Sudáfrica) y el premio es la publicación de 500 ejemplares del libro y 500 $. Así que sin pensarlo, me puse a trabajar en seguida. Uno de mis grandes sueños siempre ha sido publicar un libro.
Tomé uno de mis cuadernos de ideas y relatos, para buscar algo que pudiera ser publicable, no encontré más que fragmentos de cuentos e ideas dispersas. En ese momento vi lejos mi sueño. A los pocos días, el panorama comenzó a cambiar gracias a diversos sucesos que podría calificarlos como pequeños milagros. De las ideas dispersas comenzaron a surgir ideas concretas, me puse a trabajar en una de ellas. Luego uno de los cuentos inacabados parecía conectar muy bien con lo que estaba escribiendo, por lo que llegó a un punto en que lo pude encajar perfectamente. En poco tiempo ya tenía un historia sólida y extensa.
Semanas más tarde comencé a trabajar en un segundo cuento, durante el tiempo que lo escribí no dejaron de sucederme cosas extraordinarias y más intensas que con el relato anterior. Por ejemplo, la idea de esta narración surgió a raíz de una sesión de meditación y desde ese momento todo fue mágico porque sucedió en un momento en el que me sentía bloqueado, temía no terminar el proyecto a tiempo y quedarme fuera del concurso. Después de unos días la aventura ya tenía forma, lleno de historia y fantasías lo consideré uno de mis mejores cuentos. A una semana de la entrega del proyecto escribí un tercer relato que armonizó perfectamente (sin querer) con los demás, creando un factor común entre ellos.
Los tres cuentos son una serie de fantasías, conquistas, viajes, sueños y éxitos. Una noche antes de dormir noté esta conexión involuntaria entre las tres narraciones y unos días después decidí titular la colección como: Trotamundos. Hasta el día en que he escrito esta nota (10 de julio de 2010), estoy a la espera de los resultados del concurso, pase lo que pase yo me considero ya un ganador (te invito a leer Ganar o ganar), porque con solo el hecho de sentarme a hacer un plan para escribir un libro, dedicar horas a la investigación y a la escritura, vivir intensamente los días en que escribía, desarrollar técnicas para incentivar la escritura y presentar mi trabajo ante un jurado compuesto por dos salvadoreños y un español, es ya un gran logro. Si mi trabajo no resultara ganador, significa que debo trabajar más y mejorar (de hecho siempre hay que mejorar), eso es muy significativo para mí, me hace un ganador porque sabría entonces cómo estoy escribiendo. Y si gano... pues... ¡me sentiría muy feliz, ya que habría cumplido uno de mis más grandes sueños! Hasta entonces podré comenzar a sentir la realidad del escritor que deseo ser.